NO AL ABORTO, SÍ A LA VIDA. Todos tenemos derecho a la vida (Actualidad)
Martes, 08/01/2008
Las estadísticas del aborto ocultan la nacionalidad y sus causas
LA GACETA. El 97% de los abortos alega peligro para la salud; Baleares dice que en el 99% de estos casos “no consta la causa”. Tampoco se dice nunca cuándo lo paga el contribuyente.
Santiago Mata Madrid. Las estadísticas del aborto se publican tarde y mal. Nos dicen el lugar de residencia de las mujeres que abortan, su nivel de estudios, el número de hijos que tienen, si han abortado antes, si estuvieron informadas acerca de los métodos de planificación familiar, su edad, la edad del niño que no tuvieron y la forma como se le mató, su situación familiar y laboral... Pero ni una palabra sobre su nacionalidad —a pesar de que las estadísticas regionales indican que aproximadamente la mitad son extranjeras—, nada sobre las causas reales del aborto —a pesar de que las asociaciones que atienden a estas mujeres (como la de Víctimas del Aborto) aseguran que en más del 85% es por abandono por parte de la pareja (del hombre). Una forma de violencia de género por lo visto irrelevante. Tampoco dicen si paga el contribuyente: Las estadísticas, conservadoras ellas, quieren dejar la cosa como está, y mejor si además, por publicarse con retraso (son de 2006) y cuando nadie lee (vacaciones), nadie se entera. Hay que ser un lince para percibir la realidad entre las 198 páginas del Informe IVE 2006 del Ministerio de Sanidad.
Las cifras de las cinco Comunidades que publicaron los datos del aborto en 2006 antes que el Ministerio se han visto reducidas en un 7%, pero no es probable que el total de 101.592 abortos sea menor que la suma total, sino que el Ministerio no se preocupa de aclarar que existe una emigración abortista: Cataluña ya había precisado que de sus 21.976 abortos sólo 20.030 eran de residentes, una cifra incluso inferior a los 20.123 que da el Ministerio. Este fenómeno suaviza el aborto en Madrid, la Comunidad donde más se aborta (22.723 abortos registrados en 2006), pero que descontando los 3.481 abortos de no residentes dan un aumento respecto a 2005 del 10,9%, o sea casi igual al 10,8% nacional.
Tras la cifra del 97% de abortos que alegan peligro para la salud de la madre se esconde una causa que no es causa: así lo dice abiertamente Baleares al precisar que de 2.665 casos en que se alegó ese motivo, sólo en 11 había una “patología psiquiátrica o drogodependencia”, en 10 había “causas orgánicas” y en el 99% de esos casos (2.644) “no consta la causa”. Esto explica que los médicos que se suponen serios, los de la Seguridad Social, sólo hagan el 1,4% de los abortos que alegan peligro para la salud, frente al 38% de los que alegan deformaciones en el feto. Pero estos datos hay que buscarlos con lupa.
Silenciados los efectos reales del aborto
Dos especialistas alertan de los trastornos post-aborto en la psiquis de la mujer.
Dada la extrema frecuencia del aborto «legal», 26 millones al año en el mundo, es sorprendente que «todavía hoy no se tomen adecuadamente en consideración los efectos que la "interrupción voluntaria del embarazo" [IVE] determina en la psiquis de la mujer».
Es la alerta de dos especialistas, el profesor Tonino Cantelmi –psiquiatra y psicoterapeuta- y Cristina Carace –psicóloga clínica-, en una intervención enviada a Zenit acerca del síndrome post-aborto.
Autores de publicaciones sobre la materia y responsables del Centro para el Tratamiento del Síndrome Post-aborto con sede en Roma, los dos advierten de que cada vez se está evidenciando científicamente más, la repercusión aborto en la aparición de trastornos psicológicos.
Los efectos psicológicos del aborto «son extremadamente variables y no parecen estar determinados por la educación recibida o por el credo religioso», apuntan.
«La reacción psicológica al aborto espontáneo y al aborto voluntario es distinta»; está relacionada con las características de cada uno de estos sucesos: «el aborto espontáneo es un evento imprevisto e involuntario, mientras que la IVE [aborto provocado interrumpiendo el desarrollo del embrión o del feto y extrayéndolo del útero materno] contempla la responsabilidad consciente de la madre».
«El embarazo es un momento extremadamente delicado en la vida de una mujer», caracterizado «por una vivencia psíquica y emocional muy particular, pues desde el momento de la concepción se verifican en la mujer una serie de cambios no sólo físicos, sino sobre todo psicológicos», recuerdan Cantelmi y Carace.
Y es que «convertirse en madre presupone una adecuación de la propia identidad en el paso del papel de hija al de madre», un proceso que «comienza con la concepción» y que tienen muchos momentos de «gratificación y entusiasmo», pero «inevitablemente también de sentimientos de angustia».
En conjunto, en la futura madre ello indica «mayor necesidad de seguridad y de afecto para poder trabajar la ansiedad que acompaña este proceso transformador que lleva a la mujer a abandonar una condición conocida para afrontar otra completamente nueva», apuntan los especialistas.
También de lo anterior se deduce el impacto y la crisis que puede representar en la vida de una mujer descubrir que se espera un niño «cuando esto sucede en condiciones poco favorables», añaden psiquiatra y psicóloga.
«El vínculo madre-feto comienza inmediatamente después de la concepción también en las mujeres que proyectan abortar, en cuanto que los procesos psicológicos sustantivos a esta relación precoz son inconscientes y van más allá del control consciente de la madre».
Así, «una mujer, frente a la elección de llevar a término o no el embarazo, vive sentimientos ambivalentes y extremadamente dolorosos que la dejan muy vulnerable a cualquier influencia, tanto interna como externa», subrayan.
«La fragilidad psicológica en la que se encuentra, de hecho, la lleva a tener menos confianza en aquello que piensa y en la capacidad de lograr tomar la decisión adecuada; por esto se verifican, con demasiada frecuencia constatan, situaciones en las que padres, compañeros, amigos, personal sanitario u otras figuras significativas pueden tener una grandísima influencia en la decisión final».
Así que, «pensando que abortar puede ayudarle a sentirse mejor» o puede contribuir «a volver a poner las cosas en su sitio», la mujer «se puede encontrar con que toma una decisión que no se corresponde a una elección consciente y que sucesivamente puede provocar graves sentimientos de arrepentimiento», explican.
Ambos especialistas concuerdan en que, inmediatamente después del aborto, la mujer puede experimentar una reducción de los niveles de ansiedad, pues decae el elemento ansiógeno constituido por un embarazo indeseado; pero sucesivamente «muchísimas mujeres viven una ansiedad mayor, presentando trastorno de estrés post-traumático, depresión y mayor riesgo de suicidio y abuso de sustancias».
«Estos trastornos se deben a un profundo sufrimiento que atenaza a la mujer que ha abortado voluntariamente y pueden manifestarse también bastante tiempo después del aborto, para luego durar a veces varios años», confirman.
El rasgo traumático del aborto voluntario procede del hecho de que «cuando la mujer descubre que espera un niño no lo considera sólo un "embrión" o un "montón de células", sino el propio hijo, un ser humano pequeño e indefenso que está creciendo dentro de su propio cuerpo, de forma que abortar significa permitir que se mate de manera voluntaria el propio niño».
Un porcentaje considerable de mujeres que han abortado desarrolla el trastorno de estrés postraumático, cuyos síntomas son «recuerdos desagradables, recurrentes e intrusivos de la IVE que se manifiestan en imágenes, pensamientos o percepciones; sueños desagradables y recurrentes del suceso; sensación de revivir la experiencia del aborto a través de ilusiones, alucinaciones y episodios disociativos en los que a través del "flashback" resurge el recuerdo; malestar psicológico intenso a la exposición de factores desencadenantes internos o externos que simbolizan o se asemejan a algún aspecto del evento traumático, como el contacto con recién nacidos, mujeres embarazadas, volver al lugar donde se practicó la IVE o someterse a una exploración ginecológica; evitación persistente de todo estímulo que pueda asociarse con el aborto», enumeran los especialistas.
Ya se empiezan a definir estos trastornos como «síndrome post-aborto», que muy frecuentemente además «evoluciona en una vivencia de dolor y temor que determina cambios en el comportamiento sexual, depresión, incremento o inicio de consumo de alcohol u otras drogas, cambios del comportamiento en la alimentación, trastornos somáticos, aislamiento social, trastornos de ansiedad, pérdida de autoestima, ideación suicida e intentos de suicidio».
«Todos estos trastornos pueden manifestarse también varios meses después de la intervención, en el aniversario de la IVE o en el del hipotético nacimiento del niño», sin olvidar que las mujeres que han abortado anteriormente «pueden seguir teniendo sentimientos de culpa o depresión ligados a tal aborto, incluso durante los embarazos sucesivos», advierten el profesor Cantelmi y la psicóloga Carace. (Zenit)
Las estadísticas del aborto ocultan la nacionalidad y sus causas
LA GACETA. El 97% de los abortos alega peligro para la salud; Baleares dice que en el 99% de estos casos “no consta la causa”. Tampoco se dice nunca cuándo lo paga el contribuyente.
Santiago Mata Madrid. Las estadísticas del aborto se publican tarde y mal. Nos dicen el lugar de residencia de las mujeres que abortan, su nivel de estudios, el número de hijos que tienen, si han abortado antes, si estuvieron informadas acerca de los métodos de planificación familiar, su edad, la edad del niño que no tuvieron y la forma como se le mató, su situación familiar y laboral... Pero ni una palabra sobre su nacionalidad —a pesar de que las estadísticas regionales indican que aproximadamente la mitad son extranjeras—, nada sobre las causas reales del aborto —a pesar de que las asociaciones que atienden a estas mujeres (como la de Víctimas del Aborto) aseguran que en más del 85% es por abandono por parte de la pareja (del hombre). Una forma de violencia de género por lo visto irrelevante. Tampoco dicen si paga el contribuyente: Las estadísticas, conservadoras ellas, quieren dejar la cosa como está, y mejor si además, por publicarse con retraso (son de 2006) y cuando nadie lee (vacaciones), nadie se entera. Hay que ser un lince para percibir la realidad entre las 198 páginas del Informe IVE 2006 del Ministerio de Sanidad.
Las cifras de las cinco Comunidades que publicaron los datos del aborto en 2006 antes que el Ministerio se han visto reducidas en un 7%, pero no es probable que el total de 101.592 abortos sea menor que la suma total, sino que el Ministerio no se preocupa de aclarar que existe una emigración abortista: Cataluña ya había precisado que de sus 21.976 abortos sólo 20.030 eran de residentes, una cifra incluso inferior a los 20.123 que da el Ministerio. Este fenómeno suaviza el aborto en Madrid, la Comunidad donde más se aborta (22.723 abortos registrados en 2006), pero que descontando los 3.481 abortos de no residentes dan un aumento respecto a 2005 del 10,9%, o sea casi igual al 10,8% nacional.
Tras la cifra del 97% de abortos que alegan peligro para la salud de la madre se esconde una causa que no es causa: así lo dice abiertamente Baleares al precisar que de 2.665 casos en que se alegó ese motivo, sólo en 11 había una “patología psiquiátrica o drogodependencia”, en 10 había “causas orgánicas” y en el 99% de esos casos (2.644) “no consta la causa”. Esto explica que los médicos que se suponen serios, los de la Seguridad Social, sólo hagan el 1,4% de los abortos que alegan peligro para la salud, frente al 38% de los que alegan deformaciones en el feto. Pero estos datos hay que buscarlos con lupa.
Silenciados los efectos reales del aborto
Dos especialistas alertan de los trastornos post-aborto en la psiquis de la mujer.
Dada la extrema frecuencia del aborto «legal», 26 millones al año en el mundo, es sorprendente que «todavía hoy no se tomen adecuadamente en consideración los efectos que la "interrupción voluntaria del embarazo" [IVE] determina en la psiquis de la mujer».
Es la alerta de dos especialistas, el profesor Tonino Cantelmi –psiquiatra y psicoterapeuta- y Cristina Carace –psicóloga clínica-, en una intervención enviada a Zenit acerca del síndrome post-aborto.
Autores de publicaciones sobre la materia y responsables del Centro para el Tratamiento del Síndrome Post-aborto con sede en Roma, los dos advierten de que cada vez se está evidenciando científicamente más, la repercusión aborto en la aparición de trastornos psicológicos.
Los efectos psicológicos del aborto «son extremadamente variables y no parecen estar determinados por la educación recibida o por el credo religioso», apuntan.
«La reacción psicológica al aborto espontáneo y al aborto voluntario es distinta»; está relacionada con las características de cada uno de estos sucesos: «el aborto espontáneo es un evento imprevisto e involuntario, mientras que la IVE [aborto provocado interrumpiendo el desarrollo del embrión o del feto y extrayéndolo del útero materno] contempla la responsabilidad consciente de la madre».
«El embarazo es un momento extremadamente delicado en la vida de una mujer», caracterizado «por una vivencia psíquica y emocional muy particular, pues desde el momento de la concepción se verifican en la mujer una serie de cambios no sólo físicos, sino sobre todo psicológicos», recuerdan Cantelmi y Carace.
Y es que «convertirse en madre presupone una adecuación de la propia identidad en el paso del papel de hija al de madre», un proceso que «comienza con la concepción» y que tienen muchos momentos de «gratificación y entusiasmo», pero «inevitablemente también de sentimientos de angustia».
En conjunto, en la futura madre ello indica «mayor necesidad de seguridad y de afecto para poder trabajar la ansiedad que acompaña este proceso transformador que lleva a la mujer a abandonar una condición conocida para afrontar otra completamente nueva», apuntan los especialistas.
También de lo anterior se deduce el impacto y la crisis que puede representar en la vida de una mujer descubrir que se espera un niño «cuando esto sucede en condiciones poco favorables», añaden psiquiatra y psicóloga.
«El vínculo madre-feto comienza inmediatamente después de la concepción también en las mujeres que proyectan abortar, en cuanto que los procesos psicológicos sustantivos a esta relación precoz son inconscientes y van más allá del control consciente de la madre».
Así, «una mujer, frente a la elección de llevar a término o no el embarazo, vive sentimientos ambivalentes y extremadamente dolorosos que la dejan muy vulnerable a cualquier influencia, tanto interna como externa», subrayan.
«La fragilidad psicológica en la que se encuentra, de hecho, la lleva a tener menos confianza en aquello que piensa y en la capacidad de lograr tomar la decisión adecuada; por esto se verifican, con demasiada frecuencia constatan, situaciones en las que padres, compañeros, amigos, personal sanitario u otras figuras significativas pueden tener una grandísima influencia en la decisión final».
Así que, «pensando que abortar puede ayudarle a sentirse mejor» o puede contribuir «a volver a poner las cosas en su sitio», la mujer «se puede encontrar con que toma una decisión que no se corresponde a una elección consciente y que sucesivamente puede provocar graves sentimientos de arrepentimiento», explican.
Ambos especialistas concuerdan en que, inmediatamente después del aborto, la mujer puede experimentar una reducción de los niveles de ansiedad, pues decae el elemento ansiógeno constituido por un embarazo indeseado; pero sucesivamente «muchísimas mujeres viven una ansiedad mayor, presentando trastorno de estrés post-traumático, depresión y mayor riesgo de suicidio y abuso de sustancias».
«Estos trastornos se deben a un profundo sufrimiento que atenaza a la mujer que ha abortado voluntariamente y pueden manifestarse también bastante tiempo después del aborto, para luego durar a veces varios años», confirman.
El rasgo traumático del aborto voluntario procede del hecho de que «cuando la mujer descubre que espera un niño no lo considera sólo un "embrión" o un "montón de células", sino el propio hijo, un ser humano pequeño e indefenso que está creciendo dentro de su propio cuerpo, de forma que abortar significa permitir que se mate de manera voluntaria el propio niño».
Un porcentaje considerable de mujeres que han abortado desarrolla el trastorno de estrés postraumático, cuyos síntomas son «recuerdos desagradables, recurrentes e intrusivos de la IVE que se manifiestan en imágenes, pensamientos o percepciones; sueños desagradables y recurrentes del suceso; sensación de revivir la experiencia del aborto a través de ilusiones, alucinaciones y episodios disociativos en los que a través del "flashback" resurge el recuerdo; malestar psicológico intenso a la exposición de factores desencadenantes internos o externos que simbolizan o se asemejan a algún aspecto del evento traumático, como el contacto con recién nacidos, mujeres embarazadas, volver al lugar donde se practicó la IVE o someterse a una exploración ginecológica; evitación persistente de todo estímulo que pueda asociarse con el aborto», enumeran los especialistas.
Ya se empiezan a definir estos trastornos como «síndrome post-aborto», que muy frecuentemente además «evoluciona en una vivencia de dolor y temor que determina cambios en el comportamiento sexual, depresión, incremento o inicio de consumo de alcohol u otras drogas, cambios del comportamiento en la alimentación, trastornos somáticos, aislamiento social, trastornos de ansiedad, pérdida de autoestima, ideación suicida e intentos de suicidio».
«Todos estos trastornos pueden manifestarse también varios meses después de la intervención, en el aniversario de la IVE o en el del hipotético nacimiento del niño», sin olvidar que las mujeres que han abortado anteriormente «pueden seguir teniendo sentimientos de culpa o depresión ligados a tal aborto, incluso durante los embarazos sucesivos», advierten el profesor Cantelmi y la psicóloga Carace. (Zenit)
Los pediatras denuncian que los abortos de 24 semanas «son infanticidios encubiertos»
Ser humano abortado voluntariamente por "su madre" a las 10 semanas de vida.
MADRID.
DOMINGO PÉREZ
La Asociación Española de Pediatría (AEP) se incorporó ayer al debate que se ha abierto en torno al aborto por medio de un comunicado oficial que reproducimos junto a estas líneas. En el texto se califica de «infanticidio encubierto» a aquellos abortos de más de 24 semanas que, como se ha venido denunciando durante estas últimas semanas, se practicaban en numerosas clínicas abortistas privadas, ahora investigadas por la justicia, tanto en Madrid como en Barcelona.
El presidente de la AEP, el profesor Alfonso Delgado Rubio, confiesa que para su colectivo «resultan, como mínimo, chocantes» las noticias que se están desvelando sobre las actuaciones de estas clínicas abortistas. «Con nuestro comunicado pretendemos, sobre todo, denunciar la paradoja que se está produciendo ahora mismo en nuestro país. El sistema sanitario está gastando una cantidad ingente de dinero y de medios técnicos y profesionales para cuidar a niños de 24-25 semanas de gestación, mientras permite que estas clínicas practiquen abortos por encima de ese periodo y, por lo que hemos visto, de 30 semanas y más, que ya son niños completamente formados y de un peso elevado».
Más de 9.000 pediatras
«Nuestro comunicado -suscrito por más de 9.000 pediatras, casi la totalidad de los que ejercen en España- pretende hacer ver una realidad, y es que esos niños de 24-25 semanas son viables. Salen adelante en un porcentaje altísimo. A partir de los 450 gramos pueden vivir. Por supuesto, en incubadora, con respiración asistida, inducidos pulmonarmente, aplicando medios muy sofisticados y gastando mucho dinero... Pero es algo habitual, diariamente ingresan muchos niños en las unidades de cuidados intensivos prenatales», señala.
«Para los pediatras -recalca-, es especialmente impactante estar salvando a criaturas de 450 gramos cuando en esas clínicas los están matando con un kilo o más». Ya quisieran esos pediatras que sus pacientes estuvieran en muchos casos tan desarrollados.
Delgado Rubio insiste en desvestir al comunicado de cualquier intención religiosa o moral: «Es una nota eminentemente técnica. Plasmamos una realidad al margen de creencias religiosas. Representamos a un colectivo muy amplio en el que hay de todo. Pero la ética está por encima de cualquier otra cuestión. Nuestra misión , nuestra principal función, es la de proteger la salud de los niños, incluso antes del nacimiento. Estamos siguiendo a los niños, ya en el seno materno y en muchos casos tratándolos. Uno de nuestros objetivos institucionales es la defensa de la infancia, y creo que este tipo de actividades deben ser consideradas como una forma extrema de maltrato infantil, rechazable desde cualquier creencia».
Tampoco desea entrar en la polémica sobre si hay que cambiar o no la ley: «Ésa es una discusión para los políticos. Cada uno de nosotros opinará sobre esto de una forma diferente, pero todos tenemos claro que un feto de 24 semanas es un niño como los que salvamos cada día». Sin embargo, y aunque no se manifieste en este sentido, el comunicado se opone frontalmente a las pretensiones de los grupos abortistas que, a raíz de los escándalos destapados, pretenden que la ley del aborto sea aún más permisible.
Actualmente sólo se puede abortar en tres supuestos: hasta las 12 semanas en caso de violación denunciada, hasta las 22 cuando hay malformaciones del feto y sin plazo determinado (el gran coladero) cuando hay peligro de enfermedad física o psíquica para la madre. En todas las clínicas cerradas, tanto las de Madrid como las de Barcelona, los inspectores de Sanidad y la Guardia Civil encontraron informes psiquiátricos firmados con el nombre de la madre en blanco. Se rellenaban en serie, sin realizar los reconocimientos pertinentes. Pues bien, ahora los grupos abortistas pretenden que se instaure una ley de plazos, por la que el aborto sea libre y gratuito hasta las 24 semanas. Para Delgado, a esa frontera que quieren imponer sólo le cabe una definición: «Es un infanticidio encubierto».
Por otra parte, ayer mismo, el presidente del Instituto de Política Familiar, Eduardo Hertfelder, denunció que el aborto es la primera causa de mortalidad en España, con una media de 270 interrupciones voluntarias del embarazo al día, según refleja el «Informe 2007 de política familiar en Europa». Señaló que se prevé que el número de abortos supere por primera vez los 100.000.
Los abortos en la Comunitat se incrementan un 70% en seis años
Pie de un ser humano abortado voluntariamente por "su madre" a las 8 semanas de vida.
El perfil de la mujer que interrumpe su embarazo es el de menor de 30 años, soltera, con estudios de Secundaria y sin hijos
J. ABIETAR ZAHONERO Las Provincias
Los casos de aborto en la Comunitat Valenciana se han incrementado notablemente en los últimos seis años. En concreto, casi un 70%. Así, se ha pasado de las 6.819 mujeres que interrumpieron voluntariamente en 2001 a las 10.219 que lo hicieron en 2006, según los últimos datos estadísticos que ha hecho públicos el Ministerio de Sanidad.
El estudio, del que LAS PROVINCIAS ya adelantó ayer algunas de las claves más relevantes, refleja como los abortos han ido al alza con los años: 7.752 casos en 2002; 7.973 del año siguiente; 8.765 interrupciones del periodo de gestación que se produjeron en 2004 y las 9.541 de 2005.
A partir del informe se puede conocer además cuál es el perfil de la mujer que aborta en la Comunitat. Suele ser menor de 30 años, franja en la que están casi la mitad de los casos que se produjeron en 2006, y el estado civil más repetido es la soltería (6.334 de las féminas estaban en esta condición).
La mayoría, más de 4.600 mujeres, han estudiado Secundaria; otras muchas tienen estudios básicos (Primaria), más de 3.500; 24 eran analfabetas, y otras 223 no tenían ningún tipo de estudios.
Casi la mitad de las mujeres que abortaron (4.978) no tienen ningún hijo y otras muchas ya tienen uno (2.497) o dos (1.799). Para la inmensa mayoría se trataba de la primera vez que interrumpían su embarazo, casi 7.500 casos. Un aspecto que destaca es que casi todas las mujeres que decidieron no tener el hijo alegaron problemas para su salud. Esta justificación la usaron 9.868 de las 10.219 abortistas.
Los datos del informe de Sanidad han desatado diversas reacciones. El Instituto de Ciencias de la Universidad Católica de Valencia señaló ayer que el "aumento escalofriante" del número de abortos en España, que por primera vez superó los 100.000 en 2006, responde a un "rotundo fracaso de las políticas para evitar embarazos y abortos de adolescentes".
Según el biopatólogo valenciano, Justo Aznar, "existe en estos momentos una necesidad ineludible de terminar con esta plaga". Además, añadió, "es inadmisible el dato aportado por el Ministerio de Sanidad de que el 96,68% de los abortos corresponden a mujeres que alegaron razones psicológicas". Esta misma razón, prosiguió, en otros países como Portugal, "no supera el 15%".
Aznar insistió a los partidos políticos frente a las próximas elecciones a que incluyan en sus programas las "soluciones que proponen para el aborto y cómo piensan resolver este horrible problema". El biopatólogo se refirió al aborto como "la principal causa de muerte en España, ante la cual los responsables del gobierno y oposición no parecen tomar medidas muy concretas".
Prevención Los profesionales sanitarios, tanto de Atención Primaria (AP) como ginecólogos, deben realizar "un trabajo diario más serio" para informar a sus pacientes sobre los métodos de contracepción y evitar las elevadas cifras de abortos que se han registrado en España en la última década, según el doctor Lorenzo Arribas, coordinador del grupo de atención a la mujer de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (SEMFYC).
Arribas consideró que "no se ha sabido reaccionar" desde las administraciones ante las cifras de abortos que se registran. "En Andalucía, más del 30% son practicados a mujeres inmigrantes. Este fenómeno pasó en Holanda, donde hace años tenían un buen control de los embarazos no planificados que se perdió con el aumento de la inmigración".
Margarita Delgado, investigadora y demógrafa del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), sostuvo hoy que "el aborto no puede ser una alternativa a los métodos anticonceptivos".
Once mil menores de edad han abortado en España en los últimos dos años
Pierna de un ser humano abortado por "su
madre" a las 8 semanas de vida.
JUAN FERNÁNDEZ-CUESTA. MADRID.
Once mil menores de edad abortaron en España en los últimos dos años, con un incremento del 4,2 por ciento en 2006 con respecto al año anterior. De ellos, más de 700 eran chicas residentes en el extranjero que accedieron a nuestro país para someterse a la interrupción del embarazo. De hecho, de las 3.383 mujeres residentes en el extranjero que abortaron en nuestro país el año pasado, 332 eran menores de edad, lo que supone prácticamente una de cada diez.
Entre los dos primeros grupos de edad (menores de 15 años y de 15 a 19 años), en España se contabilizaron casi catorce mil abortos. De ellos, 13.293 fueron de residentes en España, y la interrupción se produjo en su mayoría (87,7 por ciento) entre las primeras doce semanas de gestación. Todo lo contrario que entre las residentes en el extranjero, ya que más de la mitad de las 601 chicas que acudieron a España para «acabar» con su embarazo se encontraban en un muy avanzado estado de gestación, a partir de la semana 17.
Extremadura y Galicia
De las menores de 18 años, 11.244 se sometieron a una interrupción voluntaria del embarazo en los últimos dos años, y en 2006 el porcentaje sobre el total de abortos alcanzó el 5,84 por ciento, con diferentes visiones según cada Comunidad Autónoma. Cinco de las comunidades superan la media española, y en este caso no a todas se les puede introducir el elemento de la inmigración para comprender su situación. De hecho, el mayor porcentaje de abortos entre menores de edad con respecto al total de casos se dio el año pasado en Extremadura (un 9,27 por ciento), región que no tiene una gran carga de inmigrantes, como tampoco Galicia (6,88%).
Andalucía, Canarias y Comunidad Valenciana son las otras autonomías, y a éstas hay que añadir los casos de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, aunque con cifras en estos últimos casos no significativas. Y, por supuesto, las menores residentes en el extranjero, que en porcentaje suponen un 9,81 por ciento del total que vienen a España por ese motivo.
En 2006 el número de abortos alcanzó los 101.592, que se deben dividir en dos bloques: residentes en España y residentes en el extranjero. Hemos realizado una comparativa entre ambos grupos porque ciertas diferencias llaman la atención y pueden hacer comprender por qué y quiénes se desplazan de su país de residencia al nuestro con una misión: que alguien interrumpa su embarazo sin que se pueda encontrar problema legal alguno.
A partir de la semana 17
Por ejemplo, el 0,46% de los abortos entre las residentes en nuestro país corresponde a menores de 15 años, porcentaje que se eleva hasta el 1,27 en el caso de las extranjeras. Similar situación se vive entre las menores de 20 años. También son más las extranjeras que interrumpen su embarazo por primera vez (un 74,93%) con respecto al porcentaje de españolas: 68,66. Y un caso evidente se da en el tiempo de gestación, pues una de cada tres extranjeras esperan hasta haber superado la decimosexta semana, y entre las residentes en nuestro país esa posibilidad se da en menos del 5 por ciento.
Casi un aborto cada cinco minutos (0,976), más de once a la hora, 278 al día y 8.466 al mes. Esa también es la imagen de España, que ha obtenido con los datos de 2006 encima de la mesa el mayor aumento conocido en tasa de abortos, al subir más de un punto (9,60 a 10,62) con respecto al año anterior.
Entre los números aportados se extraen muchas otras conclusiones. Por ejemplo, los casos entre mujeres casadas descienden de forma constante y casi en la misma proporción que crecen los de las solteras. También bajan, año tras año, las interrupciones entre las estudiantes, que han pasado de ser un 16,33 por ciento del total a un 10,75. Y, al contrario, entre las mujeres sin pareja casi se ha triplicado el número de abortos en los últimos diez años: de 4.501 a 12.890.
Una situación que llama la atención son las interrupciones del embarazo entre mujeres que tienen un hijo. En la actualidad, ya uno de cada cuatro abortos, con un incremento sin freno desde 1997 (del 18,64 por ciento al 24,72). Y en sentido contrario aquellas que aún no han dado a luz, que son menos de la mitad cuando diez años atrás suponían el 54,81 por ciento.
Si hablamos de número de abortos anteriores, casi se ha duplicado el porcentaje de mujeres que se someten al menos por tercera vez a la interrupción de su embarazo en la última década y en números absolutos ha pasado de 2.483 a 9.204. De hecho, en cinco regiones uno de cada diez casos es de personas que acuden por tercera vez a acabar con su gestación. Esa situación se ha producido en Aragón, Canarias, Castilla-La Mancha, Madrid y Murcia.
Entre universitarias
Por último, puede sorprender un dato que se extrae de los abortos a partir de la semana decimoséptima por nivel de estudios. El mayor porcentaje de abortos con respecto al total de los producidos en este apartado corresponde a las mujeres que tienen estudios universitarios (7,3 por ciento), y el menor (3,7 por ciento), a las analfabetas. En medio quedan las personas sin estudio, o las que han concluido el primer grado y el segundo grado.
Descenso de un 4,5 por ciento de las interrupciones en hospitales públicos
La intervención judicial en centros abortistas privados en la provincia de Barcelona, primero, y de Madrid, después, con médicos en la cárcel por presuntas prácticas irregulares, sobre todo en lo que se referiría al supuesto permitido debido al riesgo para la salud psíquica de la madre, llevaron a distintas voces a solicitar incluso la creación de unidades específicas dentro de hospitales públicos. Sin embargo, lo único que se ha conseguido en este aspecto es que cada vez se produzcan menos abortos en los hospitales públicos, según los datos oficiales del Ministerio de Sanidad. De los más de cien mil abortos realizados en 2006, sólo 2.548 fueron en hospitales públicos, lo que supone un 4,5 por ciento menos con respecto al año anterior, cuando se produjeron en centros públicos un total de 2.668. La inmensa mayoría de las interrupciones voluntarias del embarazo se siguen llevando a cabo en centros extrahospitalarios privados.
Ser humano abortado por "su madre" a las 8 semanas de vida.
ALFONSO LÓPEZ QUINTÁS
ESTE tema debe ser tratado con toda serenidad, hablando a la inteligencia desde la inteligencia, sin enconos ni prejuicios, es decir, sin juicios previos infundados, inspirados más por la pasión que por el entendimiento; evitando términos ofensivos, aunque ciertas prácticas lesionen nuestra sensibilidad.
Por otra parte, la gravedad del tema nos urge a usar un lenguaje claro, preciso, que llame a las cosas por su nombre, sin afán de emboscar la realidad, por dura que sea. No es adecuado decir, por ejemplo, que se «interrumpe un embarazo». El término «interrumpir» sugiere una acción pasajera, como cuando se interrumpe una conversación para reanudarla después. En el caso del aborto, se anula para siempre un proceso biológico cuyo fruto iba a ser muy pronto, en cuestión de meses o semanas, un nuevo ciudadano, un ser dotado de plenos derechos y deberes.
Al tratarse de una cuestión muy seria -en la que se juega a diario la vida de multitud de seres humanos-, es ineludible y urgente llegar a convicciones firmes. Para ello, nuestro razonamiento ha de partir de hechos innegables, que todos los ciudadanos debamos aceptar, con independencia de nuestra filiación política y nuestras creencias religiosas. Sólo así tendremos un punto de partida común, sobre el cual edificar nuestro discurso. La discusión sobre el aborto se oscurece, a menudo, por apoyarse en vocablos muy ambiguos, que ningún área de conocimiento ha logrado clarificar de modo irrebatible. Se indica, a veces, que hasta el momento de la anidación no puede considerarse el feto como una persona. Pero no se alude siquiera al hecho de que el concepto de persona es dificilísimo de definir, debido a su interna riqueza. Mucho más lo es precisar en qué momento del proceso de gestación presenta el feto las características de un ser personal. No es razonable querer decidir la licitud o ilicitud del aborto en virtud de afirmaciones que hoy por hoy no podemos fundamentar debidamente. Hemos de basarnos en hechos ciertos, reconocibles por todos. Entre tales hechos figuran los siguientes.
1. Tras muchos vaivenes, la humanidad ha conseguido a lo largo de siglos incrementar el respeto a la vida, hasta el punto de que muchos países han renunciado a aplicar la pena capital incluso a los delincuentes más peligrosos. Esta actitud es considerada, generalmente, como un signo de verdadero progreso en humanidad, un avance en cuanto a madurez pues supone un ascenso de nivel. En el nivel 1 (el del control y el dominio), el procedimiento lógico para resolver los problemas de convivencia es alejar definitivamente de la vida social a quienes la lesionan de forma violenta. En el nivel 2 -el de la creatividad y el encuentro- se piensa que la vida humana es un don maravilloso, enigmático, del que la humanidad se siente depositaria pero no dueña. Disponer de una vida humana nos parece hoy una desmesura tal a multitud de personas que preferimos respetar la existencia de quienes parecen empeñarse en privarla de todo sentido. Nos mueve a ello, entre otras razones, la convicción de que el ser humano posee una capacidad de iniciativa suficiente para hacer posible una recuperación, por inverosímil que sea en ciertos casos.
2. Cuando acontece la concepción, se inicia un proceso asombroso que, de no ser alterado violentamente desde fuera, llega casi siempre a término y da como fruto un nuevo ser personal. Se trata de un proceso unitario -no dividido en fases cualitativamente distintas, como se pensaba en la Edad Media- que aboca al nacimiento de un ser humano, merecedor -por derecho propio- de llevar un nombre -Juan, María...- y formar parte de nuestra sociedad con plenitud de derechos y deberes.
3. Echar a andar el proceso de gestación de un nuevo ser humano -con cuanto implica- es un acto que exige mucha responsabilidad. Ser responsable significa, en este caso, responder a la llamada que nos hace un valor. Los valores no sólo existen; se hacen valer. Una vida humana -aunque se halle en estado de formación- implica un valor, porque es una «fuente de posibilidades de diverso orden». Cuando uno responde positivamente a ese valor, se hace responsable de las consecuencias de tal respuesta; responsable, por tanto, de la nueva vida que vendrá pronto a incrementar nuestra comunidad de personas. Todo lo relativo a las fuentes de la vida merece un inmenso respeto, pues, al entrar en contacto con ellas, tocamos fondo en la realidad que nos sostiene a todos.
4. En ciertos casos, el feto presenta malformaciones que permiten presagiar en el futuro anormalidades graves. Aceptar a un hijo marcado con una tara que hará difícil o imposible una mínima calidad de vida supone un sacrificio notable por parte de los padres.
5. Los padres se hallan a veces en condiciones poco propicias para tener un hijo y atenderlo debidamente. a) son muy jóvenes y necesitan seguir formándose; b) aun siendo ya adultos, carecen de recursos económicos; c) cuentan con medios, pero quieren disponer de libertad para vivir la vida sin trabas; d) por diversas circunstancias no quieren reconocer en sociedad su condición de padres.
Frente a estos hechos, ¿qué actitud nos recomienda adoptar nuestra razón, con su capacidad de razonar, discernir y decidir libremente, con libertad creativa, inmensamente superior a la mera libertad de elegir arbitrariamente? La primera recomendación es no buscar razones para legitimar el aborto en contra de los derechos de seres indefensos y a favor de la «capacidad de maniobra» de los mayores. El respeto a la vida humana debe ser incondicional y absoluto. Razones para anular la vida no es difícil encontrarlas, porque el afán de dominio nos ciega para los valores y consideramos como válidas unas razones que están lejos de serlo. Una vez abierta esta vía del dominio y el manejo arbitrario de la vida de otros seres, pueden encontrarse razones para eliminar no sólo a quienes todavía carecen de voz y no pueden reclamar sus derechos, sino a quienes no se acomoden al modelo de «vida útil y justificable» que impongan los grupos más poderosos. Todo el que conozca la historia de la llamada «gran catástrofe humana» del siglo XX no podrá sino alarmarse ante el panorama que se abre ante nosotros cuando renunciamos a un logro de la Humanidad que debiera ser definitivo y, por tanto, intocable: el respeto incondicional a la vida humana en toda situación (punto 1).
Si adoptamos esta actitud respetuosa -lo que supone un avance en madurez-, no dudamos en movilizar la imaginación creadora para buscar soluciones viables y dignas a los problemas señalados en los puntos 4 y 5. La humanidad actual tiene en su mano multitud de medios para dar una salida digna a situaciones problemáticas. Lo saben bien quienes trabajan en asociaciones de ayuda a jóvenes desamparadas.
Considerar como signo de progreso la legalización del aborto y, en nombre del «progresismo», defender a ultranza la práctica más amplia posible del mismo denota una confusión mental sumamente peligrosa, pues nos hace regresar a épocas de un primitivismo cultural y moral que hoy nos abochorna. No olvidemos que la cultura consiste, radicalmente, en crear formas de unidad valiosas con el entorno, sobre todo con el humano. Lo verdaderamente culto es respetar incondicionalmente la vida humana. A este alto grado de cultura habíamos llegado. Con la práctica del aborto perdemos incomprensiblemente este bien de la Humanidad, más valioso todavía que los edificios, ciudades y parques naturales que consideramos como un «patrimonio universal» y cuidamos con sumo esmero.
La dignidad de la persona humana fundamenta el derecho a la vida. Si legalizamos y justificamos el aborto, ¿qué otros abusos no podremos legalizar y justificar? Abortar es matar a un ser humano inocente. Interrupción voluntaria del embarazo es lo mismo que interrupción voluntaria de la respiración. ¿No es eso a-se-si-nar?
No hay comentarios:
Publicar un comentario